Sin embargo, la percepción es subjetiva y diferente para cada persona, lo que explica que no solo percibimos a través del sistema consciente, sino que el sistema preconsciente e inconsciente también están involucrados en este proceso y es por eso que a veces la realidad puede verse distorsionada.
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El sistema inconsciente es el nivel menos accesible de la consciencia. En él se encuentran todos los sentimientos, vivencias, deseos, etc. que suponen un conflicto para nosotros y que están reprimidos. Esto es así debido a que la intensidad y el contenido de los mismos está asociado a emociones displacenteras y sufrimiento y por tanto los alejamos de la consciencia como mecanismo de defensa. A pesar de que lo que se encuentra en el inconsciente no es fácilmente accesible y está oculto para nuestra consciencia, nos influye notablemente y se manifiesta en forma de síntomas, sueños o actos fallidos, entre otros.
Para hablar sobre el psicoanálisis, Freud hacía alusión a un iceberg en el cual la punta saliente sobre el nivel del mar representa la parte consciente, la franja ya sumergida pero más superficial se corresponde con el nivel preconsciente y el resto del iceberg, es decir, la parte más profunda, es equivalente al inconsciente.
En cuanto a las características de estos sistemas psicoanalíticos, tanto el nivel consciente como el preconsciente respetan las leyes lógicas y cronológicas de la temporalidad. Esto significa que están ajustadas a la realidad y al momento presente. Sin embargo, el inconsciente es atemporal por lo que se pueden confundir emociones de la infancia en la edad adulta o se puede soñar que se está en pleno invierno y mezclarlo con sensaciones o acciones puramente veraniegas.
Otra característica común entre los primeros dos niveles de conciencia, según el psicoanálisis, es el principio de realidad, por lo que estos sistemas nos permiten tanto adaptarnos a las circunstancias como postergar nuestro deseo si este no se puede satisfacer en el momento. Por el contrario, el inconsciente no tiene esta capacidad, sino que busca satisfacer su placer y deseo sin capacidad de espera y control ya que en este caso predomina el principio de placer.
Otra diferencia entre los sistemas que describe Freud, en el desarrollo del psicoanálsis, se refiere a la lógica de realidad. Mientras que el nivel consciente y preconsciente están prescritos a los códigos de lenguaje y los contenidos tienen significado literal y no oculto, el inconsciente no sigue ningún orden lógico, es incoherente y caótico y por tanto tiene significados que van más allá de lo evidente y literal.
La conciencia en la filosofía clásica era una y única, de un solo bloque, algo monolítico. Es Freud quien se encarga de desgranarla al desarrollar el psicoanálsis, desarrollando dos teorías del inconsciente: en la primera tópica, se dividió en tres partes (consciente, preconsciente, inconsciente) pero Freud comprendió rápidamente los límites de esta concepción.
El ello designa la parte más inconsciente del hombre, es el depósito de los instintos humanos, el receptáculo de los deseos reprimidos y no reconocidos en las profundidades, según la teoría psicoanalítica.
El inconsciente es el nivel más profundo de la mente. En él se ocultan pensamientos, impulsos, recuerdos y fantasías a las que resulta muy difícil acceder desde la consciencia. Esta parte de la mente está dirigida por el principio de placer y por los procesos primarios (la condensación y el desplazamiento), y la energía psíquica circula de forma libre.
La mente preconsciente actúa como punto de unión entre las otras dos secciones. Está conformada por huellas de memoria en formato verbal; en este caso sí es posible conocer los contenidos desde la consciencia a través de la focalización de la atención.
Por último, la consciencia es entendida como un sistema con un rol intermediario entre las regiones más profundas de la psique y el mundo exterior. La cognición, la motricidad y la interacción con el entorno dependen de la mente consciente, que está regida por el principio de realidad en lugar de por el de placer, del mismo modo que el preconsciente.
La parte más básica de la mente es el Ello, compuesto por representaciones inconscientes de las pulsiones relacionadas con la sexualidad y con la agresión, así como por huellas mnémicas de las experiencias de gratificación de estos impulsos.
El Yo se concibe como un desarrollo del Ello. Esta estructura tiene un papel regulador en la vida psicológica: evalúa los modos de satisfacer los impulsos teniendo en cuenta las demandas del entorno, trabaja tanto con contenidos inconscientes como conscientes, y es en esta parte de la mente donde ejercen los mecanismos de defensa.
El Sistema Inconsciente: Lo inconsciente está separado, escindido, del pensar conciente. El inconsciente, es el nivel donde se encuentran todos los contenidos, emociones, deseos, ideas, vivencias y conflictos reprimidos que no tienen lugar en la conciencia, debido a que la intensidad que poseen produce displacer (sufrimiento) a la persona cuando los recuerda, por ello los reprime y permanecen por fuera de la consciencia.
Para Freud, la mayor parte del Ello es desconocida e inconsciente. Reservorio primero de la energía psíquica. La necesidad imperiosa de la satisfacción pulsional rige el curso de sus procesos. Sus contenidos inconscientes son de diferentes orígenes. Por una parte, se trata de tendencias hereditarias, de determinaciones innatas, de exigencias somáticas, y, por otra parte, de adquisiciones, de lo que proviene de la represión. De forma sucinta, se puede definir al Ello como el reservorio pulsional del hombre. El Ello, sin embargo, no es sinónimo de inconsciente. También las otras dos instancias, el Yo y el Superyó, tienen amplios sectores no asequibles por la conciencia. El Ello tiene una relación estrecha y conflictiva con las otras dos instancias.
El Yo tiene como fin cumplir de manera realista los deseos y demandas del Ello con el mundo exterior, a la vez conciliándose con las exigencias del Superyó. El Yo evoluciona según la edad y sus distintas exigencias del Ello actuando como un intermediario contra el mundo externo. El yo sigue al principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del Ello de una manera apropiada. Utiliza razonamiento realista característico de los procesos secundarios que se podrían originar. Como ejecutor de la personalidad, el Yo tiene que mediar entre las tres fuerzas que le exigen: el mundo de la realidad, el Ello y el Superyó, el yo tiene que conservar su propia autonomía por el mantenimiento de su organización integrada. Es un sistema de funciones psíquicas tales como el examen de realidad, defensa psíquica, funciones cognitivas e intelectuales (síntesis de la información, memoria y similares).Es la entidad que actúa como regulador entre las demandas del Ello y del Superyó. No es cien por ciento consciente, en particular, los contenidos referentes a las funciones yoicas de defensa son esencialmente inconscientes.
El Ello: es todo INCONSCIENTE. Aquí hay como dijimos, dos tipos de inconsciente: el que nunca fue consciente, y el reprimido (es decir el contenido que alguna vez fue consciente y luego, producto de la represión, se volvió inconciente).
En primer lugar se denomina primera tópica a la estructura dinámica constituida por el inconsciente, el preconsciente y el consciente. Los procesos psicológicos producidos en el inconsciente sería de naturaleza inconsciente y primarios; los producidos en el preconsciente sería susceptibles de acceder a la consciencia en determinadas situaciones. Los procesos secundarios se darían en el consciente.
Los contenidos y conflictos del inconsciente, aunque operantes, no tienen acceso a la consciencia ya que produciría una gran angustia en el sujeto. Por ello se utiliza un censor que decide que puede y que no puede pasar a la consciencia. Se le denomina represión.
La segunda tópica, también denominada tópica de la personalidad, está constituida por el ello, el yo y el superyo. El ello es inconsciente. Su contenido es libidinal y destructivo. Está orientado a la satisfacción del placer y, por tanto, se rige por el principio del placer. El Yo tiene conexiones con el ello y se rige por el principio de realidad. Es lo que puede ser para el sujeto y se encarga de la adaptabilidad social del mismo. El superyo Sería el ideal del yo y el censor moral, la conciencia moral del sujeto. En lo que se refiere a su actuación es de naturaleza consciente. Sin embargo, posee otra parte inconsciente en cuanto el sujeto no conoce de donde proceden las instancias que se le presentan en la conciencia. Sus contenidos se encuentran, por tanto, interiorizados. (Figura 1)
Esta experiencia edípica va a generar un sentimiento de ambivalencia que será la fuente de dos sentimientos de culpa con mecanismo generadores diferentes. Una sería inconsciente y está relacionada con el complejo de Edipo. La segunda, consciente, estará relacionada con la tensión producida entre el yo y el ideal del yo que se van produciendo durante el desarrollo.
De la culpa surgida del conflicto entre el yo actuante y el ideal de yo (mi estándar ético), nace lo que Freud denomina el masoquismo moral que no es otra cosa que la necesidad de ser castigado por un mecanismo inconsciente como lo demuestra el desconocimiento que tiene el individuo en cuanto a la fuente de la culpa. 2ff7e9595c
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